El próximo 20 de noviembre nos la jugamos. Nos va mucho en ello. Ya no se trata de pelear por frenar unos recortes en la Enseñanza Pública que como profesional de la misma y como padre me asustan y que como ciudadano me repugnan. Se tratar de ser conscientes que está en juego el desmantelamiento sistemático de "lo público" en aras del beneficio privado, la desregulación en aras de la arbitrariedad y la avaricia.
En los artículos que he enlazado otras voces más conocidas alertan también sobre esto. El 4 de octubre pasado, en EL PAÍS, Emilio Lledó expuso: "[...] Desde hace años, de nuevo en estos días, como manifestación del menosprecio por la enseñanza pública y por sus profesores, se habla de la libertad de los padres para elegir el centro en el que educar a sus hijos. Esa defensa libertaria no tiene que ver con el deseo de que se practique en la educación una verdadera libertad: la libertad de entender, de pensar, de interpretar, de desfanatizar, de sentir. Libertad que, por encima de todas las sectas, debería fomentar la combatida Educación para la Ciudadanía y la identidad democrática. Una libertad que enseñase algo más que la obsesión por el dinero y por el solapado cultivo de la avaricia. A lo mejor, esa educación les obligaba a dimitir a algunos personajes de la vida pública, por vergüenza del engaño que arrastran y contaminan. Mejor dicho: haría imposible que se dieran semejantes individuos.
Ese sermoneo se funda sobre todo en el fomento de la privatización de la enseñanza que alimenta el dinero y la desigualdad. ¿Pueden gozar de esa libertad todos los padres? ¿También los de los barrios más modestos de las grandes ciudades? ¿Pueden ser libres para mandar a sus hijos a esos colegios privados? Centros que proliferan por nuestro país y que apenas pueden compararse, a pesar de sus supuestas y publicitadas excelencias, con cualquier colegio o instituto público de Francia o Alemania. Por lo visto los padres franceses o alemanes ni siquiera se han planteado esa posible libertad que, lógicamente, no necesitan.[...]". Se puede decir más alto, pero la reflexión no puede ser más clara.
No puedo ni debo entrar en cuestiones de ideologías ni identidades partidarias. Solo planteo que sin una actuación consecuente, informada y reflexionada no tendremos derecho ni a protestar. ¡Si estás interesado en que "lo público" no se resienta más, cuando vayas a votar piensa en quienes son a los que votas! ¡Piensa en lo que HAN HECHO, y no lo que DICEN que van a hacer! ¡Observa el pasado, así entenderás el presente y actuarás para el futuro!
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